17 jun 2010

La pelota intelectual no se mancha.

El fútbol, “dinámica de lo impensado” como dijo Dante Panzeri, es cultura y es pasión, otorga una interesante percepción social del juego, de su entorno, del impacto que tiene sobre los individuos, sobre los mercados, sobre los medios, e incluso sobre la política.
Acerca de fútbol, se habla, se escribe, se canta, se filma; diarios y revistas, libros y películas que ponen el foco en este fenómeno popular que convierte en modelo aspiracional a personas de diferentes clases sociales y culturales, los transforma en noticia o en relato, en marketing de indumentaria, en merchandising, en negocios de transferencias entre clubes. El fútbol es más grande que el juego mismo, por eso es y lo ha sido siempre, motivo de inspiración.
Hoy El Tronco de Robinson Crusoe, blog que coordina un escritor independiente, que es hincha de fútbol y admirador de algunos artistas del oficio como Maradona y Messi, se sube al espíritu mundialista para recordar a Roberto Santoro, una pluma independiente que dedicó un libro de poesía a la pasión de multitudes.
Roberto Jorge Santoro nació en Buenos Aires el 17 de abril de 1939. Fundador de la revista literaria El Barrilete y de publicaciones como Gente de Buenos Aires y Papeles de Buenos Aires, es autor, entre otros, de: Oficio desesperado (Ediciones Cuadernos del Alfarero, 1962); De tango y lo demás (Editorial Barrilete, 1964); En pocas palabras, plaqueta (Ediciones Hechas a mano, 1967) y Literatura de la pelota, recopilación sobre el tema del fútbol (Editorial Papeles de Buenos Aires, 1971) que es el asunto en cuestión.
Fue pionero en recopilar textos literarios relacionados con el fútbol, algo que con interesante repercusión realiza Alejandro Apo en su programa Radial y en sus libros y espectáculos.
Con ojos bien abiertos y oídos muy atentos le tomó al pulso a este deporte, Santoro descubrió en el fútbol un epicentro emocional con matices múltiples, explosivo a las emociones. Realizó durante años una gigantesca tarea de búsqueda y selección recorriendo librerías, bibliotecas y hemerotecas, revisando archivos, manchándose los dedos con un laborioso hojear de diarios y revistas. Asiduo a las tribunas y, según cuentan, buen jugador, tomó nota también de los cantos de las hinchadas para dejar testimonio de la creatividad popular.
Decidió desentenderse de las grandes editoriales y editó Literatura de la pelota con sello propio, Editorial Papeles de Buenos Aires, en 1971, con la certeza de ser el precursor de este tipo de trabajos y con la esperanza de que esta antología futbolera sea el puntapié inicial de futuras antologías, lo que como veremos más adelante no pudo ser.
Veamos una muestra de su poesía:

El fútbol
Roberto Jorge Santoro

Bailarín
con un pie mareador
silbador
quien lo ve
toca de a poco
en caricia
le pone al cuerpo ballet
levanta el balón
lo empuja
lo resbala
lo mima con una gana
lo enrolla con otro pie
le da una vuelta
en el aire
de taco
que ni se ve
la vuelve
le cae al pecho
que para
cae
resbala
su pierna
de forma rara
la hace morir en el pie
que la pisa
si dormida por el suelo
la toca
y levanta vuelo
la pelota y el ballet
que en avance
con un pique
le dice que se le achique
la guarda
que en el zapato
del otro que ni la ven
se da vuelta
y no la tiene
está saltando
en el aire
le dice con la cabeza
que va el otro
que la deja
que la espera en otro pie.

Roberto Jorge Santoro
Literatura de la pelota (1971)

Vaya este humilde homenaje a este verdadero precursor del empowerment literario, que se jugó los ahorros para editarse su trabajo y que hizo honor a lo que predica este blog.
Como dijimos antes Roberto Santoro no pudo seguir con su iniciativa, fue secuestrado el 1° de junio de 1977 de su lugar de trabajo: la Escuela Nacional de Educación Técnica N° 25 Teniente Primero de Artillería Fray Luis Beltrán en el barrio de Once, donde el poeta prestaba servicio como preceptor con el cargo de subjefe. Hasta hoy se encuentra desaparecido. Una plaza de Buenos Aires, en Avenida Forest y Teodoro García, lleva su nombre.

Marcelo G. Urbano

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